Caso Clínico
Daniella Lamelés Guerra
Introducción
Un
profesional de la salud tiene grandes responsabilidades, puesto que en sus
manos, muchas veces, se juega el futuro y el bienestar de otra persona puede
estar asando por un periodo difícil de
su vida, provocando un cierto grado de fragilidad, que se refleja en todos los
ámbitos de la vida de la persona, como el aspecto psicológico y hasta
espiritual. De la anterior se desprende la importancia de que el actuar de todos
aquellos que dediquen su servicio a otros seres humanos, sea aplicando
principios éticos y morales que permitan guiar las decisiones y desafíos que
vayan surgiendo en el tratamiento o la terapia a realizar, con el fin de que el
resultado de nuestro actuar sea lo más beneficiosos posible para el paciente.
En
el presente informe se presentará un caso clínico simulado, del cual realizaré
un análisis bajo mi punto de vista sobre el abordaje que se le dio a este, con
el fin de determinar si la manera en que se procedió fue la más apropiada para
el bienestar del paciente o si pudo haberse hecho algo mejor desde el punto de
vista de la ética profesional. Es este caso, se discutirá si la decisión,
tomada por los profesionales encargados, acerca del futuro de una menor de 6
años, fue la más óptima y si se actuó de manera correcta, o si quedo algún
aspecto pendiente, dejando pasar por alto información relevante para el
desarrollo de la menor.
En
la convención sobre los derechos del niño se establece que se debe garantizarán en la máxima medida posible el desarrollo
del niño. De ahí la importancia de que el actuar de todo profesional de la
salud y la educación, o más aún, de todo persona que tenga cierto grado de
responsabilidad y trascendencia con su actuar,
en cualquier aspecto de la vía de un menor, pudiendo influir en el
desarrollo de sus capacidades, sea de la mejor manera, aplicando principios
éticos y morales y mirando al niño/paciente como un ser humano integral.
Marco teórico
La Otitis Media con Efusión (OME) es una
patología frecuente en la población pediátrica, que se caracteriza por la
presencia de líquido seroso o mucoso en el oído medio, sin signos de infección
aguda. El oído medio es una
cavidad aérea, en la que la presencia de cualquier líquido siempre es patológica.
Si el derrame es sólo unilateral, debe durar más de 6 meses para ser catalogado
de crónico. Las molestias de la OME se inician en
forma lenta, son poco definidas y a menudo secundario a una infección viral de
vía aérea, es decir cuando existe una disfunción en la tuba auditiva que
provoca dificultad en el drenaje
de las secreciones hacia la rinofaringe.
La
importancia epidemiológica de la OM pediatría de Atención Primaria (AP) viene
dada por su frecuencia, por el consumo de recursos sanitarios que involucra y por las posibles repercusiones en el
desarrollo y aprendizaje del niño. Es uno de los diagnósticos más frecuentes en
una consulta pediátrica de AP. Pese a su importancia epidemiológica, el
diagnóstico es difícil ya que depende de una evaluación subjetiva y porque
presenta una sintomatología clínica muy poco específica.
Clínicamente, se
puede presentar tanto en forma asintomática como con hipoacusia y sensación de
oído tapado, siendo detectada en la mayoría de los casos por medio del examen
clínico dirigido en conjunto con una impedanciometría.
Para intervenir de manera correcta está afección se deben tener en cuenta
la evolución espontánea del cuadro, se debe evaluar el tratamiento médico, es
decir, el uso de antibióticos, mucoliticos o corticoides y de ser necesario recurrir
a la cirugía para drenar el oído medio.
Ante
la presencia de estos cuadros se debe actuar rápido, ya que pone en riesgo la
audición del paciente. Una de las causas más frecuentes de retardo del lenguaje
y aprendizaje en general, es la presencia de hipoacusia de conducción, lo que
conduce a un inminente fracaso escolar en niños. De lo anterior se desprende la
importancia de un diagnostico preciso y a tiempo, ya que por lo demás, una hipoacusia
podría provocar incluso aislamiento del
niño respecto de su entorno, acarreando consigo un estado psicológico
desfavorable.
Es
de vital importancia que el profesional fonoaudiólogo no pierda de vista los
efectos que puede producir esta condición en la audición, ya que de pasar por
alto una posible hipoacusia puede llegar a ser perjudicial para el desarrollo
de un individuo, sobre todo si se trata de un niño que está adquiriendo el
lenguaje.
Presentación del caso clínico
Consuelo de 6 años y 1 mes de edad, hija única, escolar que
asiste a primero básico sufre de otitis a repetición con supuración en promedio
una vez al año recibiendo tratamiento farmacológico es derivada de colegio
municipal a su escuela de lenguaje por “hablar mal y confundir las letras”. Con
estos datos se realiza examen de habla y lenguaje.
Se evidencia presencia de
procesos fonológicos de simplificación, e inconsistencias articulatorias en los
fonemas, / l /, / r/, / rr /, / g /,
/d/. Se evidencia área semántica y morfosintáctica con bajos puntajes en las
pruebas, respecto a su edad cronológica. Se le diagnostica con Trastorno del
lenguaje y debe ingresar al curso pre-básico especifico, tres veces a la semana
para tratamiento articulatorio y de lenguaje.
Además como se evidenció
bajo rendimiento lingüístico, en las pruebas se sospecha algún grado de Déficit
Intelectual y se deriva para evaluación psicológica y pedagógica. La madre
presenta buena disposición para trabajar con ella, pero sale preocupada con sus
indicaciones.
Análisis
del caso clínico
Al
comenzar a analizar este caso pareciera ser que la importancia y trascendencia
del estado de la menor están inclinadas
netamente hacia el área del lenguaje. Se habla de procesos se simplificación,
inconsistencias en fonemas determinados, niveles de lenguaje alterados, se le
envía a la escuela de lenguaje… sin embargo no se menciona el mayor problema de
todos, es decir, las posibles consecuencias de las repetidas otitis con efusión
presentada por la menor a lo largo de su vida.
Como
antes se mencionó, la otitis media con efusión, al igual que otras otitis,
puede llegar a provocar una pérdida importante de la audición. Bajo mi punto de
vista, este factor recién mencionado representa lo que gatilló este retraso en
cuanto al desarrollo del lenguaje y más grave aún, un retraso a nivel general
de aprendizaje. Teniendo en cuenta los antecedentes de la menor y el historial
clínico, procedía haberla evaluado antes que todo en su audición, ya que si la
menor no logra escuchar correctamente en las etapas en que se debió adquirir el
lenguaje, escasamente podrá pronunciar correctamente cierto fonema y más aún,
difícilmente podrá rendir de manera optima en lo académico. Posiblemente, la
niña al asistir a la escuela de lenguaje podrá mejorar levemente algunos
aspectos deficientes, pero si no se evalúa si audición con prontitud, se estará
privando a la pequeña de tener mejoras mucho más significativas y eficientes,
por ejemplo con la implementación de un audífono en el caso de que su problema
se deba a este supuesto déficit en la audición, puesto que lograra
inmediatamente regular la emisión de los fonemas que están deficientes, podrá
escuchar correctamente la estructura de oraciones, de conversaciones, pudiendo
llegar a mejorar casi automáticamente el desarrollo de los niveles del lenguaje
descendidos.
Según
mi opinión, al no haber procedido inmediatamente a realizarle inmediatamente
una audiometría a la menor, para confirmar o descartar una pérdida auditiva, se
incurrió en una falta a la ética profesional, puesto que se ignoró el historial
médico de la paciente, que en este caso era de suma importancia tener en cuenta
por las consecuencias que esto produjo en el completo desarrollo de la
menor.
El profesional que derivo a la menor a la escuela de lenguaje
debió haber analizado integralmente al paciente, no solo enfocándose en lo más
notorio, que era el bajo desarrollo general de la menor. Nunca se debe olvidar
de mirar a las personas como un todo, puesto que este problema que se presento
se localizó tanto en una sola área, en este caso la del lenguaje, siendo
posible que el problema se originara a partir de otra área deficiente.
Si el caso
hubiera llegado a mí, en primer lugar yo habría estudiado en profundidad el
historial médico de la menor, ya que no, como dije anteriormente, las otitis
repetidas que ha sufrido esta menor son claves en cuanto al nivel de audición
que puede presentar la paciente. De realizarle una audiometría y confirmar una
hipoacusia, se podría implementar un audífono en la menor, lo que posiblemente
podría ayudar de manera muy rápida y efectiva a que la menor comience a
evolucionar positivamente en el desarrollo del lenguaje. Si bien creo que es correcto
integrarla en la escuela de lenguaje, puesto que se detectaron problemas en los
niveles semántico y morfosintáctico, además de problemas articulatorios, entre
otros aspectos, es de vital importancia que la menor, antes que todo, sea
diagnosticada con una hipoacusia si es que la hubiera, para que la niña pueda
estar en la mejor condición al momento de asistir a la terapia articulatoria y
de lenguaje.
Conclusión
Mirar al paciente
como un ser humano integral y no solo centrarse en el área inmediata del
problema es muy importante, pues un aspecto de nuestro ser afectado influenciará
a otros ya que somos, como seres humanos, un conjunto de sistema conectados.
Como se pudo
apreciar en este caso, existe una
tendencia a centrarse solo en un área del desarrollo del individuo solamente,
dejando de lado aspectos que se relaciona directamente y que pudieran llegar a
ser la causa del problema.
La importancia de
conocer los derechos de los pacientes y sus obligaciones, y que ellos mismos los conozcan es muy necesario
para desarrollar de manera óptima nuestra profesión, velando por la salud
integral de nuestro paciente. Pero también debemos tener nosotros, como los
terapeutas, muy claro cuáles son nuestros derechos y nuestras obligaciones con quienes están poniendo aspectos
importantes de su vida en nuestras manos.
Para abordar un
caso clínico se debe recopilar la mayor cantidad de antecedentes del paciente
con el fin de que la manera en que se va a proceder sea la más acertada, la que
traiga mayores beneficios y que menos perjudique o afecte negativamente la vida
de quién confían en ti, como profesional de la salud, sus debilidades,
complejos, condiciones o enfermedades.
Nunca debemos
olvidar que, así como tenemos derechos y responsabilidades, los pacientes
también los tienen y merecen todo nuestro respeto y resguardo en el abordaje de
su caso. No debemos perder de vista nunca el real objetivo de nuestra
profesión, que es rehabilitar, curar, sanar y mejorar la vida
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