viernes, 22 de junio de 2012

Análisis Caso Clínico Daniella Lamelés


Caso Clínico
Daniella Lamelés Guerra

Introducción
  
         Un profesional de la salud tiene grandes responsabilidades, puesto que en sus manos, muchas veces, se juega el futuro y el bienestar de otra persona puede estar asando por un  periodo difícil de su vida, provocando un cierto grado de fragilidad, que se refleja en todos los ámbitos de la vida de la persona, como el aspecto psicológico y hasta espiritual. De la anterior se desprende la importancia de que el actuar de todos aquellos que dediquen su servicio a otros seres humanos, sea aplicando principios éticos y morales que permitan guiar las decisiones y desafíos que vayan surgiendo en el tratamiento o la terapia a realizar, con el fin de que el resultado de nuestro actuar sea lo más beneficiosos posible para el paciente.
            En el presente informe se presentará un caso clínico simulado, del cual realizaré un análisis bajo mi punto de vista sobre el abordaje que se le dio a este, con el fin de determinar si la manera en que se procedió fue la más apropiada para el bienestar del paciente o si pudo haberse hecho algo mejor desde el punto de vista de la ética profesional. Es este caso, se discutirá si la decisión, tomada por los profesionales encargados, acerca del futuro de una menor de 6 años, fue la más óptima y si se actuó de manera correcta, o si quedo algún aspecto pendiente, dejando pasar por alto información relevante para el desarrollo de la menor.
            En la convención sobre los derechos del niño se establece que se debe garantizarán en la máxima medida posible el desarrollo del niño. De ahí la importancia de que el actuar de todo profesional de la salud y la educación, o más aún, de todo persona que tenga cierto grado de responsabilidad y trascendencia con su actuar,  en cualquier aspecto de la vía de un menor, pudiendo influir en el desarrollo de sus capacidades, sea de la mejor manera, aplicando principios éticos y morales y mirando al niño/paciente como un ser humano integral.    
           

Marco teórico


               La Otitis Media con Efusión (OME) es una patología frecuente en la población pediátrica, que se caracteriza por la presencia de líquido seroso o mucoso en el oído medio, sin signos de infección aguda. El oído medio es una cavidad aérea, en la que la presencia de cualquier líquido siempre es patológica. Si el derrame es sólo unilateral, debe durar más de 6 meses para ser catalogado de crónico. Las molestias de la OME se inician en forma lenta, son poco definidas y a menudo secundario a una infección viral de vía aérea, es decir cuando existe una disfunción en la tuba auditiva que provoca  dificultad en el drenaje de las secreciones hacia la rinofaringe.
               La importancia epidemiológica de la OM pediatría de Atención Primaria (AP) viene dada por su frecuencia, por el consumo de recursos sanitarios que involucra y  por las posibles repercusiones en el desarrollo y aprendizaje del niño. Es uno de los diagnósticos más frecuentes en una consulta pediátrica de AP. Pese a su importancia epidemiológica, el diagnóstico es difícil ya que depende de una evaluación subjetiva y porque presenta una sintomatología clínica muy poco específica.
               Clínicamente, se puede presentar tanto en forma asintomática como con hipoacusia y sensación de oído tapado, siendo detectada en la mayoría de los casos por medio del examen clínico dirigido en conjunto con una impedanciometría.
               Para intervenir de manera correcta está afección se deben tener en cuenta la evolución espontánea del cuadro, se debe evaluar el tratamiento médico, es decir, el uso de antibióticos, mucoliticos o corticoides y de ser necesario recurrir a la cirugía para drenar el oído medio.
               Ante la presencia de estos cuadros se debe actuar rápido, ya que pone en riesgo la audición del paciente. Una de las causas más frecuentes de retardo del lenguaje y aprendizaje en general, es la presencia de hipoacusia de conducción, lo que conduce a un inminente fracaso escolar en niños. De lo anterior se desprende la importancia de un diagnostico preciso y a tiempo, ya que por lo demás, una hipoacusia podría provocar incluso  aislamiento del niño respecto de su entorno, acarreando consigo un estado psicológico desfavorable.
              Es de vital importancia que el profesional fonoaudiólogo no pierda de vista los efectos que puede producir esta condición en la audición, ya que de pasar por alto una posible hipoacusia puede llegar a ser perjudicial para el desarrollo de un individuo, sobre todo si se trata de un niño que está adquiriendo el lenguaje.
Presentación del caso clínico
Consuelo de 6 años y 1 mes de edad, hija única, escolar que asiste a primero básico sufre de otitis a repetición con supuración en promedio una vez al año recibiendo tratamiento farmacológico es derivada de colegio municipal a su escuela de lenguaje por “hablar mal y confundir las letras”. Con estos datos se realiza examen de habla y lenguaje.
Se evidencia presencia de procesos fonológicos de simplificación, e inconsistencias articulatorias en los fonemas,  / l /, / r/, / rr /, / g /, /d/. Se evidencia área semántica y morfosintáctica con bajos puntajes en las pruebas, respecto a su edad cronológica. Se le diagnostica con Trastorno del lenguaje y debe ingresar al curso pre-básico especifico, tres veces a la semana para tratamiento articulatorio y de lenguaje.
Además como se evidenció bajo rendimiento lingüístico, en las pruebas se sospecha algún grado de Déficit Intelectual y se deriva para evaluación psicológica y pedagógica. La madre presenta buena disposición para trabajar con ella, pero sale preocupada con sus indicaciones.
Análisis del caso clínico
            Al comenzar a analizar este caso pareciera ser que la importancia y trascendencia del estado de la menor están  inclinadas netamente hacia el área del lenguaje. Se habla de procesos se simplificación, inconsistencias en fonemas determinados, niveles de lenguaje alterados, se le envía a la escuela de lenguaje… sin embargo no se menciona el mayor problema de todos, es decir, las posibles consecuencias de las repetidas otitis con efusión presentada por la menor a lo largo de su vida.
            Como antes se mencionó, la otitis media con efusión, al igual que otras otitis, puede llegar a provocar una pérdida importante de la audición. Bajo mi punto de vista, este factor recién mencionado representa lo que gatilló este retraso en cuanto al desarrollo del lenguaje y más grave aún, un retraso a nivel general de aprendizaje. Teniendo en cuenta los antecedentes de la menor y el historial clínico, procedía haberla evaluado antes que todo en su audición, ya que si la menor no logra escuchar correctamente en las etapas en que se debió adquirir el lenguaje, escasamente podrá pronunciar correctamente cierto fonema y más aún, difícilmente podrá rendir de manera optima en lo académico. Posiblemente, la niña al asistir a la escuela de lenguaje podrá mejorar levemente algunos aspectos deficientes, pero si no se evalúa si audición con prontitud, se estará privando a la pequeña de tener mejoras mucho más significativas y eficientes, por ejemplo con la implementación de un audífono en el caso de que su problema se deba a este supuesto déficit en la audición, puesto que lograra inmediatamente regular la emisión de los fonemas que están deficientes, podrá escuchar correctamente la estructura de oraciones, de conversaciones, pudiendo llegar a mejorar casi automáticamente el desarrollo de los niveles del lenguaje descendidos.  
            Según mi opinión, al no haber procedido inmediatamente a realizarle inmediatamente una audiometría a la menor, para confirmar o descartar una pérdida auditiva, se incurrió en una falta a la ética profesional, puesto que se ignoró el historial médico de la paciente, que en este caso era de suma importancia tener en cuenta por las consecuencias que esto produjo en el completo desarrollo de la menor. 
El profesional que derivo a la menor a la escuela de lenguaje debió haber analizado integralmente al paciente, no solo enfocándose en lo más notorio, que era el bajo desarrollo general de la menor. Nunca se debe olvidar de mirar a las personas como un todo, puesto que este problema que se presento se localizó tanto en una sola área, en este caso la del lenguaje, siendo posible que el problema se originara a partir de otra área deficiente.
            Si el caso hubiera llegado a mí, en primer lugar yo habría estudiado en profundidad el historial médico de la menor, ya que no, como dije anteriormente, las otitis repetidas que ha sufrido esta menor son claves en cuanto al nivel de audición que puede presentar la paciente. De realizarle una audiometría y confirmar una hipoacusia, se podría implementar un audífono en la menor, lo que posiblemente podría ayudar de manera muy rápida y efectiva a que la menor comience a evolucionar positivamente en el desarrollo del lenguaje.             Si bien creo que es correcto integrarla en la escuela de lenguaje, puesto que se detectaron problemas en los niveles semántico y morfosintáctico, además de problemas articulatorios, entre otros aspectos, es de vital importancia que la menor, antes que todo, sea diagnosticada con una hipoacusia si es que la hubiera, para que la niña pueda estar en la mejor condición al momento de asistir a la terapia articulatoria y de lenguaje.


Conclusión

            Mirar al paciente como un ser humano integral y no solo centrarse en el área inmediata del problema es muy importante, pues un aspecto de nuestro ser afectado influenciará a otros ya que somos, como seres humanos, un conjunto de sistema conectados.
            Como se pudo apreciar en este caso,  existe una tendencia a centrarse solo en un área del desarrollo del individuo solamente, dejando de lado aspectos que se relaciona directamente y que pudieran llegar a ser la causa del problema.  
            La importancia de conocer los derechos de los pacientes y sus obligaciones,  y que ellos mismos los conozcan es muy necesario para desarrollar de manera óptima nuestra profesión, velando por la salud integral de nuestro paciente. Pero también debemos tener nosotros, como los terapeutas, muy claro cuáles son nuestros derechos y nuestras obligaciones  con quienes están poniendo aspectos importantes de su vida en nuestras manos.             
            Para abordar un caso clínico se debe recopilar la mayor cantidad de antecedentes del paciente con el fin de que la manera en que se va a proceder sea la más acertada, la que traiga mayores beneficios y que menos perjudique o afecte negativamente la vida de quién confían en ti, como profesional de la salud, sus debilidades, complejos, condiciones o enfermedades.
            Nunca debemos olvidar que, así como tenemos derechos y responsabilidades, los pacientes también los tienen y merecen todo nuestro respeto y resguardo en el abordaje de su caso. No debemos perder de vista nunca el real objetivo de nuestra profesión, que es rehabilitar, curar, sanar y mejorar la vida

No hay comentarios:

Publicar un comentario